Cuando llevas años trabajando en un mismo sector, la experiencia es un grado. Los que trabajamos en la venta, alquiler y montaje de carpas para eventos lo sabemos, y con más certeza si cabe desde el pasado mes de julio. Tras casi una década cubriendo eventos con carpas tensadas, hemos vivido todas las circunstancias posibles: eventos que se planifican con meses de antelación y desde el minuto uno acuden a Safara Tenso Carpas para celebrarlos bajo una carpa, y otros muchos que, estando planificados al aire libre, recurren a nosotros con muy poco margen de tiempo ante una mala previsión meteorológica.
La enorme variedad de casos solucionados durante años -hemos instalado carpas en plazas públicas, viviendas privadas, en mitad de un campo, playas, bosques y hasta en un desierto-, nos han proporcionado el know how necesario para responder en tiempo récord ante casi cualquier circunstancia.
Prueba de ello fue lo que nos ocurrió a mediados de julio, el miércoles 10, cuando recibimos la llamada de la wedding planner Priscila Llorens para solicitarnos, con la mayor de las urgencias, una de las carpas más difíciles que hemos instalado nunca: debíamos cubrir el cóctel y la cena de la boda de la popular influencer Lovely Pepa, Alexandra Pereira, que se casaba solo 2 días y medio después de la llamada, en una zona con arbolado al norte de Madrid sobre la que había un pronóstico de lluvia de un 40%.
No es infrecuente que eventos que no han previsto carpa alguna, ante un mal informe metereológico acudan a nosotros con bastante urgencia. Además, se daba la circunstancia de que, aunque conocíamos a Priscila, era la primera vez que contaba con nuestras carpas para una boda organizada por su empresa y, conociendo su gran profesionalidad, teníamos claro que no podíamos fallarle. Priscila, como las mejores wedding planners, trabaja con la misma exigencia que si estuviera preparando su propia boda (aunque afortunadamente carece de los nervios que sienten los novios en esos momentos…). Seguramente por eso, al encargarnos este trabajo y a pesar de las dificultades que entrañaba, lo primero que intuimos fue que no admitiría un no por respuesta, y su forma de transmitirnos el encargo venía acompañada de tanta amabilidad y diplomacia que fuimos incapaces de negarnos, por muy inalcanzable que fuera el reto que nos estaba proponiendo.
Y verdaderamente se convirtió en un reto que fuimos superando fase a fase: la cuenta atrás empezó la tarde del miércoles, que dedicamos a medir el área de la cena (945 m2 la zona banquete + 288m2 la zona cóctel) y hacer una prospección técnica para calcular cuántas carpas harían falta (3 de 15x21m, 1 de 12x15m y 1 de 9x12m), localizarlas en nuestros almacenes de Madrid, transportarlas en camión hasta la finca La Villa del Mentidero, y finalmente citar en Alalpardo a siete de nuestros mejores montadores para iniciar el montaje el jueves a primera hora. El trabajo más duro comenzó la mañana del jueves, 2 días antes de la boda, con el tiempo demasiado justo si nos encontrábamos con la más mínima dificultad. (Por supuesto, la popular ley de Murphy quiso que así fuera… ¡pero no adelantemos acontecimientos!)
Lo primero fue la unión de las 3 carpas del banquete, que realizaron los operarios de nuestro equipo a cielo abierto, soportando temperaturas de 39ºC. El ensamblaje se hace con la membrana extendida sobre el suelo, con mosquetones de ojal a ojal que fueron uniendo las 3 membranas por el lado de 21m, hasta que obtuvimos una sola carpa de 21x45m de extensión total. De igual manera se procedió con la carpa que cubriría la zona del cóctel, que también estaría formada por dos membranas ensambladas.
Una vez montada las dos carpas, la del banquete y la del cóctel, nos debíamos centrar en el segundo elemento clave: los postes o mástiles. Nuestro especialista en estructuras hizo los cálculos necesarios, y quedamos en que necesitaríamos, para la carpa de 21×45, 15 postes centrales para sostener los 900 kilos -casi una tonelada- de carpa. Los mástiles debían tener 6 metros de altura, para superar los 4 metros y pico de los enormes olivos de la pradera donde cenarían los comensales. También la zona del cóctel albergaba árboles que debían quedar por debajo de nuestras carpas.
La escasez del tiempo restante se agravaba debido a que, para su boda, Alexandra había pedido un cielo de millones de estrellas cubriendo la zona del banquete. Esto significaba que había que dejar tiempo a los técnicos de iluminación para realizar todo el montaje ¡15.000 bombillas de led!, que finalmente quedó espectacular, a la altura del resto de aspectos del evento: la decoración floral, realizada por Naranjas de la China, la vajilla y el mobiliario, del catering La Villa del Mentidero, y lo mejor de todo, los novios, que tenían el firme propósito de disfrutar de cada minuto de su gran día, y a juzgar por las impresionantes imágenes publicadas en la revista Hola, parece que lo consiguieron.
Por nuestra parte solo resta decir que nos encantan los retos, y de este salimos felices del proceso y orgullosos del resultado. Eso sí, ¿quién quiere realizar deportes de riesgo, teniendo un oficio como el nuestro?
Preciosa pepa